LA OTRA CARA DE LA SEGURIDAD.
Los ejecutivos de protección son de otra casta como los vigilantes de seguridad porque sus trabajos implican horarios, riesgos y una vida de incertidumbre que no son fáciles de llevar. Los protectores viven una doble vida. Una es la profesional en la que se juegan la vida para proteger a sus vips, algunos incluso la pierden cuando ejercen su profesión. Porque ellos son las víctimas en muchas ocasiones. Además, ellos se convierten en el hilo conductor para llegar a sus protegidos, o peor aún, sus familias.
En definitiva, el día a día de un protector en las zonas más calientes, es muy duro. También para sus familias que tienen que convivir con el anonimato, la soledad, la confidencialidad y se tienen que adaptar a las normas de seguridad que los profesionales de seguridad aplican en el ámbito privado y familiar para proteger a los suyos.
Nadie debe sabe a qué se dedica el hombre de la casa, hay que tener cuidado con lo que se les cuenta a los hijos, y la mujer vive pendiente del teléfono todo el día por si hay malas noticias.
Muchos acaban renunciando a tener familia y sus amigos, manteniendo con ellos un estrés que acaba con la vida de muchos profesionales.
Según el departamento de psicología del FBI indica que: el índice de suicidios de los profesionales de la seguridad (entre los profesionales incluimos policías, militares y protectores entre otros) es bastante alto pero no se habla de ello.
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