GRADO DE PROTECCIÓN Y PELIGROSIDAD DE LOS PROTECTORES EJECUTIVOS.
Existen diferentes aspectos que conviene destacar a la hora de decidir actuar sobre un peligro que derive en daños a nuestro protegido.
Estos se catalogan en “peligro inminente”, “peligro potencial” y “peligro latente”, aunque en otros tratados y especialistas los catalogan por códigos de color, mientras que, en determinadas agencias de protección, los catalogan por claves internas.
Un escolta obrará siempre en “peligro latente”, es la etapa en donde más flexible puede ser nuestra actuación y donde tenemos más opciones para escoger y salir airosos.
Un escolta obrará siempre en “peligro latente”, es la etapa en donde más flexible puede ser nuestra actuación y donde tenemos más opciones para escoger y salir airosos.
Un “peligro potencial”, sin embargo, se da cuando el “peligro latente” se hace más palpable, evidente, o, también, cuando observamos, sin ningún género de dudas, que determinada situación comprometida va a ocurrir (por ejemplo: un coche se acerca hacia nosotros a toda velocidad con una de sus puertas entreabiertas). Aquí tenemos pocas opciones donde elegir, pero aún tenemos bastantes posibilidades, si elegimos las correctas.
Por último, un “peligro inminente” es cuando la situación aparece como una amenaza real, sin ningún género de dudas. Por ejemplo: el coche que va hacia nosotros con sus ventanillas bajadas y vemos los cañones de las armas saliendo por sus ventanillas.
Ante esta situación tendremos pocas opciones de salir airosos (y, lo más importante, de hacer salir airoso a nuestro protegido), pero aún podemos elegir, si actuamos con rapidez y correctamente.
Lógicamente, la forma de actuar dependerá de cada situación y del momento, lo que sí debemos tener en consideración, en todas y cada una de ellas, son las “tres pautas primordiales del escolta”, que son AISLAR, DEFENDER y REFUGIAR.
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