GUARDAESPALDAS A LA SALIDA Y ENTRADA DEL SUJETO.
Existen personal de protección que, al salir el protegido de un determinado local, restaurante, de su casa o de su oficina, comienzan a mirar nerviosamente arriba y abajo, a uno u otro lado, de tal forma que lo miran todo menos, quizá, el francotirador que está apostado algunos metros por encima de ellos.
En las academias y centros de formación se centran, sobre todo, en la cualidad no tanto de ver, sino de observar. Debemos comparar la situación global tal como estaba hace unos minutos y cómo está ahora, y lo mejor no es salir a la par de nuestro protegido cogiéndolo del brazo, atosigándolo y atosigándonos a nosotros mismos, sino tomarnos nuestro tiempo, salir antes, y, luego, avanzar con nuestro protegido.
En locales y sitios cerrados, en cualquier caso, saldremos nosotros primero, y nuestro protegido detrás. Sólo nos colocaremos detrás de nuestro protegido una vez éste inicie la marcha para caminar, y nunca si ésta marcha la inicia para llegar al coche.
Uno de los puntos donde suelen aprovechar los sujetos para dañar a sus víctimas es precisamente en las aglomeraciones de la salida de los locales. Allí, muchas escuelas de escoltas, erróneamente, ordenan a sus profesionales colocarse delante y abrirles la puerta del auto. Eso no es tarea de un escolta, debe ser otra persona la encargada de hacerlo. En estas situaciones las personas forman un pasillo a derecha e izquierda, y es en uno de esos flancos donde un terrorista se suele apostar con un arma al frente para disparar. Debemos colocarnos a un lado, de manera que, extendiendo simplemente un brazo, eliminaremos a nuestro protegido de la línea de disparo y, a la vez, posibilitemos todo el campo libre para poder nosotros actuar. Esto debe practicarse asiduamente en entrenamiento, ya que es un acto reflejo y debe hacerse de manera inmediata.
Éste es el cometido que hace en esas situaciones el personal de seguridad privada o los agentes locales de policía, pero éstos no tienen la suficiente sensibilidad ni rapidez para obrar con la celeridad que requiere la situación, por lo tanto lo mejor es que seamos nosotros mismos quienes cumplamos ésa labor.
Con respecto a la entrada, actuaremos igual.
Otro punto conflictivo, y en el cual pocos especialistas se ponen de acuerdo, es en evitar ataques de francotiradores. Lógicamente, si un terrorista prepara muy bien este tipo de ataques estamos perdidos, aunque los contra de hacerlo son de un riesgo tan elevado que, afortunadamente, pocos lo hacen (es casi seguro que tras efectuar el disparo el francotirador sea fácilmente detenido, además de la poca seguridad de que dicho disparo cumpla su objetivo, por lo que la mayoría de terroristas prefieren acercarse a más distancia, consiguiendo mucho más eficazmente sus sangrientos fines).
Lo mejor sería “limpiar” previamente la zona con policía experimentada, y, luego, mantenerla en ése estado mediante agentes y la imprescindible ayuda de helicópteros volando a baja altitud.
Lamentablemente, eso no es siempre posible, por lo que las medidas a tomar serían:
A- Acercar el coche blindado lo más posible a la puerta, de modo que el espacio libre entre éste y la salida sea de apenas unos centímetros.
Para apoyar esta medida, además, una vez saldrá primero el guardaespaldas, otra, unos agentes, otra, diferente personal, de manera que el francotirador no tenga una certeza matemática de que tras determinada persona (o determinado número de personas) pase su objetivo, y no pueda efectuar un disparo “de memoria”. Como es sabido, ni siquiera en esto deberemos mantener una rutina.
B- El protegido entrará y saldrá del coche de la manera más rápida posible. De modo que siempre tendrá que estar vacío el espacio del interior del coche o del interior del local, y no tenga que esperar en mitad del trayecto. Da igual la personalidad o el VIP que esté en el otro lado, esto debe cumplirse siempre.
C- El chófer, u otra persona, protegerá de visión directa desde abajo con un paraguas todas las entradas y salidas, y no sólo la del protegido (de hacerse en este último caso, el francotirador sabría cuándo disparar).
En algunas galas, celebraciones y actos, se suele poner una marquesina, que no sólo decora, sino que impide la visión de posibles francotiradores. Para ello existen unas medidas estándar, que debemos hacer cumplir (aunque de ello ya se encarga el personal de seguridad encargado de velar por el acto), y en donde la marquesina no debe ser muy alta (para evitar líneas de disparo abiertas a los lados) ni estar muy retrasada con respecto a la llegada de los autos (para evitar un espacio “delicado” entre la marquesina y el mismo auto).
Además, el material que cubre la marquesina no ha de ser transparente y, a poder ser, colores chillones. El exterior de la marquesina, si es de noche, podrá cubrirse de negro para aumentar aún más su eficacia.
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